Listado anual: 2013
María Isabel Mejía aceptó mi invitación, durante el evento Experience eGovernment 2013, para hablar de este tema, del programa Gobierno en Línea (que dirigiera, junto al programa Agenda de Conectividad, entre 2006 y 2010), de sus sueños de un Estado conectado y transparente y de los problemas para avanzar en este terreno.
Además, respondió preguntas de la audiencia del hangout, hizo algunos anuncios y una que otra confesión sobre el estado de Internet en las entidades públicas colombianas.
Tener fanáticos capaces de hacer largas filas y comprar boletas o productos de sus ídolos es un lujo que a duras penas se dan los equipos de futbol y otros deportes, los músicos exitosos y algunos artistas de Hollywood –y en Colombia, para bien o para mal, los ganadores y perdedores de los ‘reality shows’–. Y en el mundo empresarial, aunque hay compañías que generan simpatías o admiración, solo una cuenta con una fanaticada global, fiel, emotiva y creciente: Apple.
Todo suena muy bien para la compañía de la manzana. Pero así como ocurre con las religiones y sectas que pasan de tener unos cuantos miles de seguidores a ser fenómenos masivos, o con los fenómenos culturales ‘underground’ cuando ingresan al ‘mainstream’, Apple podría ver minados en su iglesia el nivel de compromiso, el conocimiento de sus ideas e historia, y la capacidad dialéctica a la hora de dar una batalla en defensa de la compañía y sus productos.
Este evangelista agrega que podría narrar su propia vida a partir de su relación con la manzana: el día que conoció el primer Mac, un Classic, en su universidad, a finales de los 80; el primer Mac que tuvo en casa, los años oscuros de Apple, la alegría por el regreso de Jobs, la emoción por el lanzamiento del primer iMac –para él, el equipo que impulsó la resurrección de Apple, 3 años antes del iPod–, el lanzamiento del iPhone, que puso a Apple en primer plano en la industria; las batallas por demostrar la superioridad del Mac OS y luego el Mac OS X ante el omnipresente Windows, la animadversión por los enemigos reales o imaginarios de Apple y de Steve Jobs –Bill Gates, Michael Dell y otros–, las lágrimas por la muerte de Jobs en 2011, y la transformación y el crecimiento de su ‘secta’ en estos años gloriosos del iPhone y el iPad.
Y justamente por esto último, los viejos evangelistas de Apple, esos que se enfrentaban solos contra un mundo que no los quería entender, ahora tienen sentimientos encontrados: disfrutan al saber que siempre tuvieron razón y estaban del lado ‘correcto’, celebran que más y más personas se les unan como usuarios de la manzana.
Pero a la vez algunos de ellos miran, con desdén, tristeza o resignación, cómo los nuevos fanáticos son ‘light’: compran un iPhone solo por moda o estatus, cambian un PC por su primer Mac pero aún no entienden las ventajas y las diferencias para hacer las cosas, creen que Excel nació en los PC y que ‘el sistema del Mac se parece a Windows” –y no al revés, como los fanáticos ‘duros de matar’ lo dirían–, y en los blogs y foros en línea no tienen, para defender a Apple y sus productos, sólidos argumentos técnicos, históricos, de satisfacción o usabilidad –las 4 grandes armas con las que se destrozaban las cifras de ventas que presentaban los interlocutores–, sino el triste comentario de ‘ustedes critican al iPhone porque no tienen la plata para comprarlo’.
Al evangelista de corazón nada de esto hará cambiar su amor y fidelidad a Apple, que es su religión y su estilo de vida, pero algunos pueden estar lanzando un lamento: “Tal vez sí deje de ser evangelista, de luchar para defender la causa: miles de nuevos ‘fans’ ahora lo hacen a su manera, y Apple está en la cima del mundo. Tal vez ya no me necesita”.
‘Según estudios’: una de las malas costumbres de los periodistas
Un ejemplo sencillo –y nada grave– de cómo los periodistas mordemos el anzuelo de los estudios, sin preguntarnos cuánta seriedad tienen, solo porque generan un titular atractivo. Este y otros errores y ‘mañas’ de nosotros los periodistas, en este #Storify.
Storified by Mauricio Jaramillo M· Sat, Mar 23 2013 14:05:33
Pongámonos en contexto.
Unos ejemplos preliminares.
A veces lo hacemos… y creemos que lo hicimos bien. El caso central.
Tras el error original, otros más.
Sentí alivio al no ver en los resultados de Google nada de ENTER.CO, el medio que dirigí hasta marzo del año pasado. Dos de los principios que traté de aplicar fueron analizar la validez de un estudio –o un comunicado, o cualquier cosa– y buscar su sustento, y no limitarnos a traducir notas sin hacer un esfuerzo de reportería, ‘localización’ y análisis. El primero era imprescindible, y el segundo, por las limitaciones de tiempo y de recurso humano, no siempre se podía cumplir.
Lo que se esperaría de un informe sobre este estudio.
La autora, Pamela Paul, tomó el estudio –lo cual no es malo: yo también lo habría aprovechado para algo, pues el tema como tal es interesante–, y lo tituló de 2 maneras: la que aparece arriba, y la que está en el sitio web en este momento (‘How to Get Unfriended on Facebook’).
Lecciones y un próximo caso, personal.
A quienes no tienen todo el contexto, les comparto la nota del colega Álvaro Liuzzi en su blog Segundo Plano: Hugo Chávez, El País y la portada podrida.
Y aquí, la explicación oficial de El País, que inicialmente tenía muchos vacíos pero que ya da incluso el nombre de la agencia que les vendió la imagen.
Y antes de la descripción de lo que promete el título de esta entrada, una reflexión que nos planteamos en Twitter la colega Gloria Ortega y yo, y como lo discutimos esta tarde en el final de +Hangouts de Periodismo: el caso de El País es una combinación de afán de la primicia –habría sido la megaprimicia del año–, de ingenuidad –aunque en su ‘confesión’ trata de mostrar que hubo rigor periodístico para verificar la autenticidad–, y de una ‘ética de babas’, como la calificó Gloria.
Y a eso señalo algo más: el desconocimiento de herramientas útiles para minimizar riesgos de engaño, fraude o plagio. En este caso, de la sencilla, archiconocida pero archisubutilizada búsqueda de imágenes de Google, o Google Image Search.
La herramienta.
Si una foto genera algo de desconfianza –una exclusiva como parecía ser esta, o algo tan común como una solicitud de amistad de una desconocida en Facebook–, Google Image Search permite saber si es una imagen única, o si está circulando en muchas partes de la Web.
En el segundo caso, el de supuestas desconocidas que tratan de obtener la amistad de los incautos con una foto atractiva, lo normal es que se trate de una foto usada por muchos perfiles falsos en redes sociales.
A la derecha, un ejemplo real de una solicitud de amistad de una supuesta persona que ya era amiga de 7 amigos míos (algunos de los cuales la aceptaron en parte porque ya tenía amigos en común, o porque la fotografía les pareció muy atractiva).
Con 7 amigos en común, varios de ellos periodistas y amplios conocedores de las redes sociales, habría sido fácil creer que era una ‘vieja amiga’ y aceptarla –y darle acceso a toda la información personal que uno comparte en Facebook–.
Pero para salir de dudas está Google Image Search, y la extensión para Chrome que permite, con un clic, buscar fotos similares con un clic del ratón. Este ejercicio, que toma menos de 3 segundos, arrojó este resultado, que confirmó mis sospechas.
El ejercicio que debió hacer El País.
Lo mismo debieron haber hecho en El País, con el único trabajo adicional de digitalizar la foto si la agencia fotográfica con aires de paparazzo solo le dio una copia impresa. (Me resisto a creer que en el principal diario español hayan asignado portada del impreso y de la edición digital a una foto sin tenerla en su poder al menos unos minutos… aunque cabe la posibilidad).
Pero vamos con el ‘paso a paso’, pues sé que a algunos de ustedes les podría llegar a servir para futuras situaciones:
- Si la agencia entregó la foto impresa, el primer paso habría sido escanearla (o, si la agencia no la dejaba sino que solo la mostraba, al menos tomarle una buena fotografía con un teléfono móvil).
- Ingresar a Google Image Search.
- Hacer clic en la camarita fotográfica.
- Hacer clic en el enlace ‘Cargar una imagen’.
- Hacer clic en el botón ‘Seleccionar archivo’.
- Esperar 3 segundos.
- Ver los resultados y decirle a la agencia: «No nos interesa. No queremos ser estafados y hacer un ridículo de categoría mundial».
Aquí, los resultados de ese ejercicio simulado, basado en la imagen original (tomada de este video de YouTube en el minuto 2:44):
No era difícil.
Lección: las herramientas web, muchas de ellas gratuitas, no son un lujo ni algo ‘para los periodistas nuevos’, sino que son algo muy útil que los periodistas, incluso los de la vieja guardia, deben aprender a aprovechar.
Para cerrar, una reflexión final: en todo caso, no se necesitaba saber usar una herramienta. Aplicando algunos principios éticos del periodismo, El País habría podido decir que no. Como lo hizo el director de El Mundo, de España, Pedro J. Ramírez, quien lo explicó en algunos tuits:
"…van a decir con razón que nos ensañamos con un moribundo. También Chávez tiene su dignidad". Decisión por 5 a 0: pasamos.The end.
— Pedro J. Ramírez (@pedroj_ramirez) 24 de enero de 2013
No soy de los que se frotan las manos por el error de El País, pues todos los periodistas estamos en riesgo de caer en algún error de este tipo –así conozcamos las herramientas y nos creamos muy éticos y a la vez astutos–. Pero sospecho que la crisis de credibilidad y las burlas van a ser duras y constantes para el diario en los próximos meses.
De hecho, las burlas ya empezaron. Los dejo con una sola de ellas, en el propio ‘timeline’ del director de El Mundo:
@marisol_sp @pedroj_ramirez prueba con El País… Dicen que últimamente es fácil jujujujuju — Eduardo Blay (@edu_blay) January 24, 2013
Hace pocos días, The Atlantic publicó un contenido patrocinado (claramente señalado como tal) sobre la Iglesia de la Cienciología.
Tras protestas de los lectores, el equipo de marketing (no el de periodistas) de The Atlantic eliminó los mensajes negativos sobre el contenido o sobre la iglesia.
Pero las protestas crecieron, el debate sobre la mezcla de contenido periodístico con contenido comercial creció, y The Atlantic se excusó, prometió analizar su política, reconoció haber ido demasiado lejos y suspendió la campaña.
Más detalles sobre la historia:
- The Atlantic publishes then pulls sponsored content from Church of Scientology (Poynter).
- Reciente estrategia de pago por contenido online amenaza con borrar límites entre noticia y publicidad, dicen analistas (Knight Center for Journalism in the Americas).
(A propósito del escándalo, cabe señalar que la práctica no es nueva, y que al menos en Colombia un buen porcentaje de los medios de comunicación la están adoptando como complemento de la publicidad tradicional.
De hecho, en ENTER.CO, medio del que fui editor, se manejan secciones patrocinadas y publirreportajes en los que claramente se diferencia el contenido periodístico del publicitario.
Habrá un momento para entrar a debatir sobre este tema, pero en mi opinión, si hay claridad, no hay engaño).
El caso local.
- El factor humano de Pacific Rubiales. Se trata de una oda a las acciones filantrópicas de la multinacional petrolera.
Lo extraño es que meses atrás KienyKe había publicado un informe con un enfoque opuesto: Pacific Rubiales, la petrolera que tiene a Puerto Gaitán encendido, al cual, en los 6 meses siguientes, no le hizo ningún seguimiento.Hasta ahí parecería una simple ligereza o un descuido, algo que ocurre con más frecuencia de la deseable, pero los lectores de KienyKe, en sus comentarios, criticaron el tono del informe y lo calificaron como publirreportaje.Semanas después, el columnista de KienyKe Daniel Pardo, enfocado en analizar los medios de comunicación (y previamente exaltado por el propio medio como ‘el muchacho que desviste el periodismo colombiano‘), publicó su columna Pacific es Colombia, en la que denunciaba que una campaña publicitaria de la petrolera había logrado el objetivo de que las investigaciones y publicaciones negativas sobre la firma desaparecieran de los medios.La columna causó su despido fulminante de KienyKe. En este medio tuvieron acceso a un correo personal –y privado– entre uno de los entrevistados de Pardo, el periodista Héctor Mario Rodríguez, y Julio Sánchez Cristo, de La W, emisora señalada en la columna de pardo como el caso más visible de su denuncia.
La causal oficial del despido fue supuestamente que Daniel Pardo no había enviado pruebas documentales de una entrevista que había hecho para sustentar su columna.
El debate se centró, pues, en si el periodista había ‘inventado’ unas declaraciones, o si estas eran reales. Al final, quedó clarísimo que Daniel Pardo había actuado correctamente. (Aquí, varias notas y entrevistas sobre este hecho).
Esta historia ya es conocida por muchos en Colombia, así que quienes lleguen a ella pueden seguirla en los enlaces compartidos arriba. Pero ¿por qué retomar este caso 3 meses después?
Aquí viene el paralelo prometido en el título:
- The Atlantic publica un contenido comercial (Iglesia de la Cienciología) mezclado con los contenidos periodísticos, con un aviso destacado de que es un contenido patrocinado.
KienyKe publica un contenido comercial (Pacific Rubiales) mezclado con contenidos periodísticos, SIN un aviso que aclare su condición de patrocinado. - Los usuarios de The Atlantic protestan en los comentarios.
Los usuarios de KienyKe protestan en los comentarios. - El equipo de marketing (encargado de gestionar las ventas de publicidad) de The Atlantic elimina comentarios de lectores enojados.
En KienyKe nunca responden a los comentarios. En este caso, unos pocos lectores se quejan de que se les borraron mensajes, pero actualmente muchas de las críticas siguen publicadas. - The Atlantic, al aumentar la crítica, presenta excusas, retira el contenido publicitario, y promete analizar sus políticas de contenido comercial.
KienyKe despide al autor de la columna en la que afirma que este medio había publicado «publirreportajes pagados que se presentan como periodismo». Pero la causal es la anécdota de unas declaraciones de un entrevistado.
El medio nunca desmiente a Pardo acerca de los contenidos sobre Pacific Rubiales, ni emite ninguna declaración o excusa al respecto.
La crítica al medio aumenta, pero no hay excusas, no hay retiro de los contenidos (que quedaron publicados), y por supuesto, el medio no hace ninguna promesa de ‘no volverlo a hacer’.
Las diferencias entre la reacción de The Atlantic por un hecho que genera debate pero que no implica engaño a la audiencia, y la de KienyKe por uno que sí representa un engaño y que el propio medio no desmintió, son notables.
Algunas preguntas.
Pero todo el escándalo de octubre ya pasó, y esta entrada del blog busca que vayamos más allá, a la reflexión sobre lo ocurrido, la relación contenido periodístico-contenido comercial, y el papel de los usuarios. Así que me gustaría conocer sus opiniones sobre estos hechos:
- ¿Consideran antiético que un medio publique contenidos pagados –información comercial, publirreportajes o como se les llame– claramente señalados como tal, junto a los contenidos periodísticos?
- ¿Qué debió hacer KienyKe? O, para ser más propositivos, ¿qué debería hacer ahora, 3 meses después del escándalo? ¿Seguir ‘pasando de agache’, o haciendo, así sea tarde, un pronunciamiento al respecto?
- ¿Las agremiaciones publicitarias deberían pronunciarse sobre estas prácticas?
- ¿Los lectores o usuarios del sitio, que fueron los engañados con los contenidos de Pacific Rubiales (y partiendo de la presunción de que estos fueron la excepción y no la norma) han ‘castigado’ al medio? (Dejar de visitarlo sería un ‘castigo’, pero aunque el tráfico del sitio parece ir en declive, no sería consecuencia de lo ocurrido en octubre).