Un paralelo entre The Atlantic y KienyKe
Hace pocos días, The Atlantic publicó un contenido patrocinado (claramente señalado como tal) sobre la Iglesia de la Cienciología.
Tras protestas de los lectores, el equipo de marketing (no el de periodistas) de The Atlantic eliminó los mensajes negativos sobre el contenido o sobre la iglesia.
Pero las protestas crecieron, el debate sobre la mezcla de contenido periodístico con contenido comercial creció, y The Atlantic se excusó, prometió analizar su política, reconoció haber ido demasiado lejos y suspendió la campaña.
Más detalles sobre la historia:
- The Atlantic publishes then pulls sponsored content from Church of Scientology (Poynter).
- Reciente estrategia de pago por contenido online amenaza con borrar límites entre noticia y publicidad, dicen analistas (Knight Center for Journalism in the Americas).
(A propósito del escándalo, cabe señalar que la práctica no es nueva, y que al menos en Colombia un buen porcentaje de los medios de comunicación la están adoptando como complemento de la publicidad tradicional.
De hecho, en ENTER.CO, medio del que fui editor, se manejan secciones patrocinadas y publirreportajes en los que claramente se diferencia el contenido periodístico del publicitario.
Habrá un momento para entrar a debatir sobre este tema, pero en mi opinión, si hay claridad, no hay engaño).
El caso local.
- El factor humano de Pacific Rubiales. Se trata de una oda a las acciones filantrópicas de la multinacional petrolera.
Lo extraño es que meses atrás KienyKe había publicado un informe con un enfoque opuesto: Pacific Rubiales, la petrolera que tiene a Puerto Gaitán encendido, al cual, en los 6 meses siguientes, no le hizo ningún seguimiento.Hasta ahí parecería una simple ligereza o un descuido, algo que ocurre con más frecuencia de la deseable, pero los lectores de KienyKe, en sus comentarios, criticaron el tono del informe y lo calificaron como publirreportaje.Semanas después, el columnista de KienyKe Daniel Pardo, enfocado en analizar los medios de comunicación (y previamente exaltado por el propio medio como ‘el muchacho que desviste el periodismo colombiano‘), publicó su columna Pacific es Colombia, en la que denunciaba que una campaña publicitaria de la petrolera había logrado el objetivo de que las investigaciones y publicaciones negativas sobre la firma desaparecieran de los medios.La columna causó su despido fulminante de KienyKe. En este medio tuvieron acceso a un correo personal –y privado– entre uno de los entrevistados de Pardo, el periodista Héctor Mario Rodríguez, y Julio Sánchez Cristo, de La W, emisora señalada en la columna de pardo como el caso más visible de su denuncia.
La causal oficial del despido fue supuestamente que Daniel Pardo no había enviado pruebas documentales de una entrevista que había hecho para sustentar su columna.
El debate se centró, pues, en si el periodista había ‘inventado’ unas declaraciones, o si estas eran reales. Al final, quedó clarísimo que Daniel Pardo había actuado correctamente. (Aquí, varias notas y entrevistas sobre este hecho).
Esta historia ya es conocida por muchos en Colombia, así que quienes lleguen a ella pueden seguirla en los enlaces compartidos arriba. Pero ¿por qué retomar este caso 3 meses después?
Aquí viene el paralelo prometido en el título:
- The Atlantic publica un contenido comercial (Iglesia de la Cienciología) mezclado con los contenidos periodísticos, con un aviso destacado de que es un contenido patrocinado.
KienyKe publica un contenido comercial (Pacific Rubiales) mezclado con contenidos periodísticos, SIN un aviso que aclare su condición de patrocinado. - Los usuarios de The Atlantic protestan en los comentarios.
Los usuarios de KienyKe protestan en los comentarios. - El equipo de marketing (encargado de gestionar las ventas de publicidad) de The Atlantic elimina comentarios de lectores enojados.
En KienyKe nunca responden a los comentarios. En este caso, unos pocos lectores se quejan de que se les borraron mensajes, pero actualmente muchas de las críticas siguen publicadas. - The Atlantic, al aumentar la crítica, presenta excusas, retira el contenido publicitario, y promete analizar sus políticas de contenido comercial.
KienyKe despide al autor de la columna en la que afirma que este medio había publicado «publirreportajes pagados que se presentan como periodismo». Pero la causal es la anécdota de unas declaraciones de un entrevistado.
El medio nunca desmiente a Pardo acerca de los contenidos sobre Pacific Rubiales, ni emite ninguna declaración o excusa al respecto.
La crítica al medio aumenta, pero no hay excusas, no hay retiro de los contenidos (que quedaron publicados), y por supuesto, el medio no hace ninguna promesa de ‘no volverlo a hacer’.
Las diferencias entre la reacción de The Atlantic por un hecho que genera debate pero que no implica engaño a la audiencia, y la de KienyKe por uno que sí representa un engaño y que el propio medio no desmintió, son notables.
Algunas preguntas.
Pero todo el escándalo de octubre ya pasó, y esta entrada del blog busca que vayamos más allá, a la reflexión sobre lo ocurrido, la relación contenido periodístico-contenido comercial, y el papel de los usuarios. Así que me gustaría conocer sus opiniones sobre estos hechos:
- ¿Consideran antiético que un medio publique contenidos pagados –información comercial, publirreportajes o como se les llame– claramente señalados como tal, junto a los contenidos periodísticos?
- ¿Qué debió hacer KienyKe? O, para ser más propositivos, ¿qué debería hacer ahora, 3 meses después del escándalo? ¿Seguir ‘pasando de agache’, o haciendo, así sea tarde, un pronunciamiento al respecto?
- ¿Las agremiaciones publicitarias deberían pronunciarse sobre estas prácticas?
- ¿Los lectores o usuarios del sitio, que fueron los engañados con los contenidos de Pacific Rubiales (y partiendo de la presunción de que estos fueron la excepción y no la norma) han ‘castigado’ al medio? (Dejar de visitarlo sería un ‘castigo’, pero aunque el tráfico del sitio parece ir en declive, no sería consecuencia de lo ocurrido en octubre).
Muy buen artículo, gran comparativo. Esto nos enseña cómo se manejan las cosas en uno y otro lugar del mundo. Lo triste en el caso colombiano es que, no solo se actúa de la peor manera (despiden al periodista, NO se aclara que es contenido comercial y se ignoran los comentarios negativos), sino que no se hará nada al respecto. Se pasará de agache, como usted dice, hasta que algún día todo se olvide y sea un capítulo más de la historia.
A menos que nosotros sigamos presionando para que esas prácticas se reduzcan, encabezados, ojalá, por el señor Daniel Pardo, quien es el primer perjudicado de este caso en particular.
Respondiendo: No me parece malo que existan los publi-reportajes, siempre y cuando se aclare que lo son. Las agremiaciones de publicidad deberían pronunciarse, pero no creo que lo hagan por la doble moral: a ellas les conviene que la publicidad se vea «orgánica».
Gracias por el comentario, don Ómar.
El artículo es antiguo y, por alguna razón, se distribuyó hoy en redes sociales. Pero lo más triste es que sigue vigente, tanto por las prácticas de este medio de comunicación como por el hecho de que los contenidos enlazados siguen allí, sin ninguna rectificación o corrección.
Sobre la publicidad ‘orgánica’, es verdad, aunque los códigos de ética son claros y cualquier publirreportaje debe ser presentado como tal.
¡Saludos!